¿Comprar o alguilar?

20 DE FEBRERO DE 2009

Cuando uno se quiere independizar lo primero que piensa es: ¿compro un piso o lo alquilo? De buenas a primeras uno piensa en comprar, porque es obvio que si te gastas un dinero grande al mes por lo menos acabe teniendo sus frutos y al final tengas una propiedad en la que poderte caer muerto, quiero decir, que es muy frustrante pagar pasta y que al final te quedes sin nada y te puedan echar del piso (y te quedes sin) cuando menos lo desees. Pero los acontecimientos evolucionan de tal manera que el asunto no queda tan claro: ¿quién iba a pensar, pues, que saldrían hipotecas tan surrealistas que incluso hay gente que se vende el piso por no poder pagar la hipoteca y luego resulta que el dinero que le dan por el piso es insuficiente para pagar el resto de hipoteca y tenga que seguir pagando una hipoteca sin tener ni siquiera un piso? Comprar ya no es garantía de nada, porque a fin de cuentas juega a la son de nuestra sociedad: aparentar que tenemos lo que no tenemos. Conseguir algo de una manera esclava a sabiendas que hay un grado de porcentaje muy elevado de que lo acabes perdiendo y, además, te acaben quitando propiedades o avales o sueldos de por vida. Pero lo trágico no es que halla inconscientes poco realistas que se pillen los dedos con esta trampa de los bancos: el problema es cuando se plantea como la única alternativa a seguir. El "si no compras un piso es porque no quieres pedir un préstamos imposible", eso que hace que los precios se mantengan siempre desorbitados y hagan presión a aquellos que anhelan independizarse y que se acaban sometiendo a la barbaridad. ¿Cómo se puede luchar contra eso? Cambiado los roles sociales: de la misma manera que ya se ve con buenos ojos que tanto mujer y hombre trabajen y compartan labores del hogar también se puede empezar a ver con buenos ojos que un hijo ayude a sus progenitores en casa y viva con ellos. Sería la única manera de ahorrar para no pedir un préstamo imposible. Mientras tanto: a esperar que los precios bajen y a rezar para que nuestra empresa no pete, y si peta, pues a cobrar del paro hasta encontrar otra cosa. Es el destino.